08/03/2019

Reflexiones del 8 de marzo de 2019

Esta fue nuestra reflexión el 8 de Marzo pasado. Hasta hoy poco ha cambiado, por lo que actualizamos y volvemos a compartirlo.
(por Beatriz Martínez García)

Hace más de 25 años que empecé a profundizar en los conceptos de género y trabajo. Es un tema que siempre me interesó, posiblemente porque vengo de una familia con una madre que, más allá de sólo contar con estudios de primaria incompletos, siempre defendió y buscó la igualdad de derechos y de oportunidades a nivel social, no sólo en cuanto al género se refiere. De esa madre vengo.

Esa misma madre me inculcó hasta el cansancio el libre pensamiento, el respeto por mí misma, la necesidad de formarme, de crecer en mi carrera, de “ser lo que tú quieras ser” y el “no te cases o tengas hijos si no es lo que querés para tu vida”. De esa madre vengo.

Cuando empecé en el mundo laboral, y mientras estudiaba, fui promotora de créditos, secretaria, recepcionista… Después que me recibí y empecé a trabajar en Gestión Humana, fui Supervisora, Jefe de Equipo, Gerente… Y después fui Gerente Regional para Latinoamérica… En algunos de esos lugares fui acosada, en otros ví cómo compañeros míos (con evaluaciones bastante por debajo de las mías) ascendían más rápido que yo, y en otros constaté como ante el mismo tipo de formación y de responsabilidad, yo siempre ganaba menos. Ante la posibilidad de un ascenso viví cómo la mayoría de mis compañeros apostaba a que el ascendido iba a ser el varón del grupo y no yo… Como consultor, muchas veces escuché “queremos a un hombre para esta posición porque las mujeres se embarazan…”; o “tiene 30 y pico y va a querer ser madre. Eso es incompatible con este trabajo”; o “es mujer, no va a poder viajar”... En mis 15 años de docencia universitaria en el área de Psicología del Trabajo, varias veces lideré investigaciones junto a estudiantes sobre los Techos de Cristal en el Uruguay y comprobé cómo muy pocas mujeres en este país llegan a cargos de responsabilidad… simplemente porque son mujeres... Hoy, como madre, sigo escuchando (por parte de otras madres) animar varias cosas en los hijos varones, las mismas que se censuran en las chicas. Como mujer y como madre, sigo teniendo miedo de andar sola por la calle tarde en la noche, temor de que mis hijas salgan solas, etc, etc, etc.

Hoy soy mamá de dos hermosas (personas) adolescentes mujeres. Una de ellas ayer, mientras debatíamos en familia si ir o no a la marcha, me habló del patriarcado y se autodenominó “feminista”. Y me dio una buena clase de por qué se piensa feminista. Hoy tiene 17 años. Mi otra hija, de 15 años, hablando de la equidad de género y de lo que pasaba hace varios años, sostuvo que hoy las cosas son distintas, y que hay situaciones que en Uruguay, pasan mucho menos (pero pasan). Eso me hizo pensar que se ha avanzado bastante con el tema a nivel social. Las y los adolescentes de hoy cuestionan, y son capaces de ver más allá de lo evidente. Y creo yo, están siendo capaces de construir una sociedad diferente, mucho más inclusiva, más allá del género. Sin embargo, nuestro país sigue corriendo de atrás en cuanto a políticas de equidad de género en el mundo del trabajo se refiere y varias de nuestras empresas siguen ancladas en lógicas viejas y discriminatorias (no solamente en el tema de género). Por ejemplo, ocupamos, según un informe de 2018 de la OIT, el segundo lugar entre países de América Latina, en brecha salarial de género. Por debajo de Argentina, las mujeres en Uruguay tenemos una brecha salarial del 23% frente a nuestros colegas hombres.

Yo elegí trabajar por la equidad de género desde mi rol de mujer, de madre y de profesional. Según como yo lo veo, trabajar asesorando organizaciones me brinda la posibilidad de ayudar a ver más allá, fundamentalmente para escuchar, para entender, y para ayudar a construir nuevas realidades. Esas son mis trincheras de lucha. Publicar cada 8 de marzo lindas frases respecto de la mujer, hablar del compromiso por la igualdad de género y aceptar un proceso de selección que excluya mujeres por el simple hecho de ser mujeres, no solamente es errado, sino que carece de toda ética. De nada sirven las proclamas, los posteos, las adhesiones públicas a determinadas causas, si no hacemos algo para provocar el cambio. Podemos hacer la diferencia, todos los días, mujeres y hombres, cada uno desde nuestro lugar.

Esta es nuestra reflexión para este Día Internacional de la Mujer Tengamos presente que el compromiso por la equidad de género se recuerda cada 8 de marzo, pero se demuestra todos los días.


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