El funcionamiento del cerebro y la (falsa) lucha entre la racionalidad y la emocionalidad han dado lugar a interesantes investigaciones y múltiples conceptualizaciones. Hace poco más de 10 años (2011 en su primera edición), David Kahneman, Nobel en Economía, publicaba "Thinking, Fast and Slow" (Pensar rápido, pensar despacio) y muy poco después (2012), el psicólogo Jonathan Haidt difunde "The Righteous Mind" (La mente de los Justos). Los dos autores plantean que, si bien creemos ser racionales en nuestra toma de decisiones, la emocionalidad o el instinto toma las riendas de la mayoría de nuestras decisiones cotidianas.
Kahneman toma la teoría del cerebro triuno de Paul MacLean y sostiene que nuestro cerebro está dividido en 2 sistemas:
1. El sistema 1 o emocional, ubicado en la amígdala. Un sistema muy ágil, que consume poca energía, pero que genera muchos errores.
2. El sistema 2 o racional, ubicado en el neocórtex. Un sistema lento, que consume muchísima energía, pero es muy certero.
El autor otorga diferentes características a esos dos sistemas. El sistema 1 (emocional) es rápido e instintivo y el sistema 2 (racional) es lento, más deliberativo y lógico. A partir de este concepto plantea la existencia de dos “especies” o tipos de seres: los "Econs" que viven en la teoría y "Humanos" que viven en el mundo real. Estos dos sistemas son independientes, funcionan simultáneamente, se relacionan y se influyen entre sí.
Con base a estos conceptos, el psicólogo Jonathan Haidt ha creado la analogía del ELEFANTE y EL JINETE para entender mejor las características, el funcionamiento, y la interacción que se produce entre estos dos sistemas: el sistema 1 (emocional) es el Elefante, y el sistema 2 (racional) el Jinete.
Según esta analogía, Haidt explica cómo el elefante se mueve primero y el jinete busca pretextos racionales para justificar ese movimiento impulsivo. Prácticamente en todos los ejemplos que plantea, el cerebro actúa de la misma forma: el elefante hace el juicio y el jinete inventa pretextos para justificarlo. Esta analogía de Haidt se parece algo a la metáfora de Platón (en su diálogo Fedro) que decía que en el hombre hay un auriga (que era quien conducía la biga, vehículo tirado por caballos, medio de transporte de algunos romanos), que intenta gobernar un caballo desbocado ("El alma es como un carro de caballos alados y un auriga que forman una unidad. Los caballos y aurigas de las almas de los dioses son todos buenos y de excelente linaje; los de las otras almas, sin embargo, son mezclados. Nuestro auriga gobierna a la pareja que conduce; uno de sus caballos es bello y bueno y de padres semejantes, el otro es lo contrario en ambos aspectos. De ahí que la conducción nos resulte dura y dificultosa")
Dice Haidt: "A simple vista, es obvio pensar que el jinete es quien manda (en teoría, así es), por eso lleva las riendas. Pero el elefante es mucho bicho para ser doblegado por algo tan pequeño y, a menos que ambos vayan muy alineados, la disputa está asegurada, y normalmente será el elefante el que gane".
Lo cierto es que, por buenos jinetes que seamos, el elefante es mucho más fuerte que nosotros. Es pesado, se resiste a los cambios y busca gratificación inmediata. El jinete, por su parte, es el que planifica, el que organiza la vida a largo plazo, el que analiza y evalúa las situaciones y está dispuesto a hacer cambios drásticos. El jinete y el elefante no solo son distintos, sino que QUIEREN COSAS DIFERENTES. Cuando ambos están en desacuerdo (cosa que pasa con frecuencia), suele ganar el elefante (que es mucho más fuerte que el jinete).
Lo que pasa con más frecuencia es que la mayoría de las personas no se atreven a admitir que hay un elefante silencioso gobernando sus conductas, mucho más de lo que ellos creen hacerlo.
Entender cómo funciona el cerebro humano es el primer paso para que realmente sea el jinete el que gana la partida.
Fuentes de consulta:
